Fernando Botero, Frida Kahlo y Oswaldo Guayasamín son algunos de los artistas que se encuentran en este espacio, que es el resultado de un trabajo de casi tres meses que realizan dos educadoras infantiles para incentivarlos a conocer las culturas de otros países.
Son las 11:00 de la mañana y en un colegio ubicado en Chicureo -una localidad a las afueras de Santiago de Chile- un niño de 4 años está explicando las razones por las que Fernando Botero, pintor, escultor y dibujante colombiano le interesa tanto el volumen. Mientras tanto,otros niños y niñas señalan en un estante qué esculturas y pinturas de Botero replicaron ellos en formato miniatura.
Esto sucedió en el Museo de Arte Latinoamericano del Trewhela´s School, una iniciativa creada por el curso de prekínder del año pasado y que ahora las educadoras infantiles Constanza Moreno y Amaya Bauzá continúan impulsando, con la intención de que por unos días la sala de clases se transforme en un espacio de intercambio cultural y de aprendizaje; no sólo para su curso, sino para los demás estudiantes del colegio, profesores y apoderados.
En esta segunda edición, los artistas plasmados además de Botero, fueron la mexicana Frida Kahlo, el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín y la chilena Marcela Paz, famosa por sus cuentos de “Papelucho”(protagonista de una serie de libros infantiles). “El objetivo de todo esto es que finalmente conozcan la cultura latinoamericana, algo que es muy lejano a ellos. Fuimos escogiendo a los artistas según sus intereses y el caso de Marcela Paz es porque queríamos tener a una chilena y ya habíamos hecho un museo de Gabriela Mistral y esta instancia era una buena oportunidad para abordar parte de la cultura chilena”, explica Amaya.
El arte desde el juego
Al entrar a este museo, que apenas permanece unos días instalado en la sala, un niño vestido de guardia da la bienvenida; una niña se encarga de entregar un ticket de ingreso y donde se encuentran expuesta todas las obras, hay varios guardias que te advierten cuando te estás acercando mucho, como pasa en el Museo Nacional de Bellas Artes o en el Louvre. También hay varios que personifican a cada artista, el guía que va indicando el camino y para finalizar, una tienda de recuerdos con marca libros con varias versiones de “Papelucho”, algunos dulces y unos lápices “gorditos como la esculturas de Botero”, explica un niño.
Todo ese recorrido y muestra es el resultado de casi tres meses de trabajo en el que todos decidieron qué querían hacer y cómo querían hacerlo, siempre guiados por las educadoras Constanza y Amaya. Todos participaron en votaciones para escoger qué rol querían cumplir y en qué espacio de la sala querían exponer sus obras de arte. Además, los niños hicieron una réplica de todas las obras, por eso, en este museo, hay varias versiones de obras como Las Bailarinas de Botero o los autorretratos de Kahlo.
“Cada semana estudiaron un artista. Todo empezó con Botero, vimos de dónde era, dónde quedaba Colombia, las esculturas más famosas y nos apoyamos con varios videos como “Zamba – Excursión al Museo de Bellas Artes”, un video ideal para explicarle a los niños algunos conceptos y así íbamos semana por semana”, explica Amaya.
Las emociones en los artistas
Realizar este museo no sólo fue una gran oportunidad para hablar sobre la importancia del trabajo en equipo y las razones por las que cada uno debía asumir un rol dentro de esta actividad, también fue una instancia para conversar sobre las emociones. Constanza y Amaya explican que con Guayasamín tuvieron la oportunidad de conversar sobre lo que sentían al ver las obras del artista ecuatoriano. “También trabajamos las emociones con Frida. Por ejemplo, a las niñas les encantó que tuviera un accidente y cómo lo enfrentó, cómo hizo para seguir pintando”, agrega Amaia.
La diversidad gastronómica, las banderas y la cultura del país de cada artista también fue un tema a desarrollar durante los meses de trabajo. Por eso, en cada estación del museo, se encuentra una bandera del país realizada por los niños. “Finalmente este museo es una oportunidad para hablar con ellos sobre cosas que no son cercanas, de cosas que no se hablan (…) esto sirve para que ellos se acerquen un poco más a lo global”, dice Constanza.
Los logros de esta actividad han sido varios: por ejemplo, que todos los niños pidan a sus padres ir a los museos los fines de semana, o que todas las semanas algún estudiante les lleve información sobre algún artista o historia que descubrieron. En otras palabras, motivar y trabajar desde la curiosidad innata de cada niño y niña. “Hablar de arte es importante porque por lo general es algo que no se ve, de lo que no se habla… y hacerlo a esta edad sirve mucho para que ellos se acerquen un poco más a lo global”, dice Constanza.
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