Cristián Contreras,un profesor chileno que ya suma 11 años como docente rural en Hualqui -una comuna de la Región del Biobío (Chile)-, nos cuenta cómo lleva adelante una sala de clases donde todos los niveles están mezclados.
Cristián Contreras,un profesor chileno que ya suma 11 años como docente rural en Hualqui -una comuna de la Región del Biobío (Chile)-, nos cuenta cómo lleva adelante una sala de clases donde todos los niveles están mezclados.
Antes de ser profesor rural, Cristián Contreras fue contador en un colegio. Él llevaba todos los registros de los pagos de matrícula y mensualidad, pero 8 meses después algo cambió. “En mis tardes libres me quedaba viendo a los profesores haciendo clases. Ahí me di cuenta que había algo raro, que la contabilidad no me llenaba y creo que ahí empezaron las ganas de ser profesor”.
Decidió hablar con su jefe la posibilidad de seguir trabajando mientras sacaba la carrera de Pedagogía en Educación General Básica, le dijeron que no. Renunció, postuló a la Universidad de los Lagos y comenzó a tomar cualquier trabajo que le permitiera cierta flexibilidad de horario y una mensualidad para pagar sus estudios. “Tuve como cinco trabajos o más (…) Trabajé vendiendo alfombras, trabajé de control de calidad, ¡qué no hice! Pero es que la contabilidad en verdad no me llenaba”, cuenta Cristián vía telefónica.
Ahora este profesor de 35 años y oriundo de Hualqui, una comuna de Chile que está situada a más de 20 kilómetros de la ciudad de Concepción, ya suma 11 años de experiencia como profesor rural en su localidad natal. Trabajó seis años en la Escuela Santo Domingo, donde se hizo conocido por pasar varios meses sin cobrar su sueldo, y desde hace cuatro años es docente de la Escuela Ranguel, donde su trabajo que fue reconocido recientemente con Excelencia Académica por los altos puntajes obtenidos en la prueba Simce.
En ambos colegios Cristián ha trabajado como profesor unidocente y multigrado. Es decir, en su sala de clase no hay división entre los alumnos y él es el encargado de enseñarle a todos los alumnos todas las asignaturas que exige el currículo del Ministerio de Educación de Chile. En Ranguel, tiene ahora 14 alumnos, todos de primero a sexto básico. Y en una misma sala tiene: cuatro alumnos en primero básico, uno en segundo, uno en tercero, dos en cuarto, tres en quinto y tres en sexto. Pero, ¿cómo lograr un proceso educativo de calidad en estas condiciones?
Cristián advierte que a pesar de tenerlos a todos en un única sala, nunca ven el mismo contenido. Uno de los ejemplos que cuenta es el trabajo que realiza con cuatro tablets que llegaron al colegio gracias a una iniciativa de la División de Educación General y Enlaces. “Preparo varias plantillas y en clase de lenguaje ellos tienen que ir ordenando el material, unos tienen que deslizar a los personajes de los que les hablo y otros responden preguntas más de contenido. En matemática, por ejemplo, a unos los pongo a ordenar con el símbolo de mayor o menor y otros, se encargaban de geometría en las tablets. Para esto preparo siempre gráficas que yo voy proyectado y las tablets es algo que uso mucho, porque actualmente a los niños les llama mucho la atención las pantallas, más porque difícilmente las ven acá en el campo, entonces es una forma de motivarlos”.
Al ser pocas tabletas, 14 niños y un horario de trabajo que va desde las 9 hasta las 16:00 horas, para el profesor Cristián también es importante el trabajo en equipo y la escucha constante. Si algún niño termina con su actividad, debe prestar atención a la explicación que él está dando enfocada en alguno de los niveles. “Siempre les repito que es bueno que estén escuchando todo lo que enseño, porque los más chicos pueden aprender algunas cosas que verán más adelante y los más grandes, reforzar conocimientos. Me ha pasado que hago preguntas para los de cuarto y me responden unos de segundo”, dice el docente.
Aunque Cristián es profesor de educación general básica, se especializó en pedagogía en matemática en la Universidad Católica y ahora estudia un magíster en la misma materia en la Universidad de Concepción. Asegura que a pesar de todos sus años de estudios, siempre busca información sobre lo que hacen en otros colegios o otros profesores. “Como en la universidad no enseñan sobre ser unidocente, siempre hay que estar revisando información y viendo estrategias para todas las asignaturas”, dice.
A pesar de que siempre encuentra alguna idea que puede ser motivadora para sus alumnos, hay una cosa que considera clave por encima de cualquier planificación o iniciativa innovadora: el diálogo constante con sus alumnos. “Después de tantos años de investigar y de dar clases, una cosa que me ha quedado clara es que la conversación es muy importante. Que se converse al final de la tarde sobre las dudas, sobre la clase, especialmente con los niños más pequeños que a veces pueden quedar con más dudas, y más al tener una escuela mezclada”, asegura.
Las preguntas también son parte de la estrategia diaria que utiliza para evaluar a sus estudiantes. Antes de empezar una clase, el docente siempre hace preguntas de contenido, para que los niños recuerden el contenido que se revisó la clase anterior. En cuanto a las evaluaciones, hace muchas escritas y el mismo día para todos, pero todas distintas y en donde el análisis de la materia sea importante. “Más que el conocimiento, me interesa que entiendan lo que estamos aprendiendo”, considera Cristián.
También es primordial para este profesor rural crear una relación con sus alumnos y motivarlos para que sigan estudiando. Al ser su escuela una que llega hasta sexto básico, parte del trabajo de motivación de Cristián es que sus alumnos continúen el colegio y luego entren a la educación superior. “Siempre les digo que con educación la vida se le vas a hacer más fácil. Porque al ser de campo, es muy fácil que decidan quedarse trabajando la madera, que no está mal, pero les insisto que si quieren más oportunidades tienen que estudiar. En estos 11 años de trabajo ya tengo dos estudiantes que están en la universidad y varios que han terminado el colegio”. Actualmente, Cristián mantiene contacto con muchos de sus ex-alumnos gracias a las redes sociales.
Durante la conversación, Cristián repite varias veces que trabajar con niños multigrado es complejo, pero que parte de su planificación debe basarse en preparar muy bien las diversas clases.Y lo más importante: confiar en ellos y sus conocimientos.
“Es importante porque yo muchas veces le pido a los niños más grandes que ayuden a los chicos a ver si sumaron bien, si tienen bien el resultado, si contaron bien hasta 30. Los más grandes casi siempre me ayudan a revisar a los más chicos. Muchas veces también se aclaran las dudas entre ellos. Para mi es un muy buen sistema el de multigrado, porque también hay una mejor aceptación entre ellos”.
Aunque Cristián realiza una planificación anual de sus contenidos, siempre trata de contextualizar su planificación según las necesidades de los estudiantes y sus familias.
Un fiel reflejo de esto es la revista de matemática que hizo con recortes de publicidades de varias casas comerciales y con datos sobre el costo de la madera, la mora o la rosa mosqueta. “Usamos, por ejemplo, muchos datos de descuentos que habían en cosas que ellos creían que le podía interesar a su familia. Por ejemplo, si un refrigerador tenían un 30% de descuento, hablamos sobre el costo real, el descuento y el precio final. Hablamos también sobre el costo de la madera en el campo y en la ciudad, las razones de la diferencia. O de los costos de algunas frutas, porque muchos de ellos ayudan a sus padres en la feria. Y ellos hicieron todo el contenido a mano, con lápiz mina y se lo llevaron a sus padres y gracias a esa información, muchos padres fueron a Concepción a comprar un refrigerador más barato. También, muchos de ellos le hicieron entender a sus padres el costo real de su trabajo”, recuerda Cristián.
Educar en un contexto rural, para el docente, significa brindar igualdad de condiciones. “Por eso siempre quise ser profesor en el campo, después de escuchar tantas historias mientras estudiaba, sabía que esta era lo que quería, porque esto es brindar igualdad en un contexto donde los niños están postegardos. Con mi trabajo, intento equilibrar un poco la balanza”.
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